Tras visitar el Valle de la Luna, un lugar bello y misterioso, pero donde gracias al turismo están marcados hasta los lugares desde donde hacer fotografías, decidimos retirarnos a un lugar cercano menos conocido y publicitado donde sin nadie, deslizándonos, saltando y rodando por las dunas de arena, volvimos a recordar lo grande que es ser niño y lo divertido que es tirarse por los suelos y llenarse de arena. Con un montón de piedras, una encima de otra hasta formar una torre, pedimos suerte para el viaje según una antigua tradición inca. Caminamos luego al sol, gritamos y nos sentamos a observar el desierto de Atacama, su bruma, su polvo, su sol, su silencio, antes de rodar arena abajo dando grandes saltos de varios metros...volvimos varios años atrás, ala infancia y al disfrute real del territorio.
lunes, 19 de abril de 2010
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Muy buenas todas las fotos y me divierte lo que escriben!
ResponderEliminarSigan disfrutando!
Good Vibras!
Besos