Retomamos la RN40 para llegar desde Cafayate a Cachi. Otra vez el ripio y una carretera casi sin tránsito. Primera parada Angastaco. Allí en un patio estupendo bajo una parra que da sol y sombra, comemos una milanesa (que raro) acompañados por la guitarra del dueño del establecimiento, que se arranca de improviso con unas chacareras que animan una estupenda y modesta comida. El pueblo siguiente, Molinos presenta una tipología que se repite a lo largo de todo el valle; viviendas de estilos colonial, encaladas con marcos, dinteles y jambas en verde, cubiertas de barro y patios alrededor de los cuales se organiza la vivienda, una imágen homogenea que se repite en el último pueblo de la ruta Cachi. En su plaza con una atmosfera relajada pero el ambiente justo, merendamos al sol unas medias lunas lunas con dulce de leche que nos dieron fuerzas para bajar en medio de la niebla más espesa que hemos visto nunca, casi sin luces hasta Salta.
lunes, 19 de abril de 2010
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